El atentado bomba en Ankara el 10 de Octubre ha ayudado a centrar más la atención en la naturaleza profundamente repugnante del estado turco y también ha levantado miedos de una nueva fase del llamado “terrorismo”, que nos llevan a recordar a aquellas estrategias utilizadas por los llamados “ejércitos secretos de la OTAN” durante la Guerra Fría.
Aunque los medios de comunicación se han distanciado tímidamente de criticar al aliado clave de la OTAN, hay un conocimiento extendido de que el régimen de Erdogan está fuertemente implicado con el llamado terrorismo de ISIS y el resurgimiento de un “estado profundo” ligado tanto a personajes de la mafia como Sedat Peker como a grupos islamistas-fascistas.
El boletín de habla francesa CQFD, realizó un análisis de la situación en su artículo “La guerra sucia de Erdogan”, que describe cómo la oposición del régimen al ISIS es sólo palabrería:
“De hecho, desde el 20 de Julio, los objetivos exclusivos de la represión de las autoridades turcas han sido el PKK y la población kurda en el sudeste del país, los movimientos pro-kurdos y la oposición de izquierdas y han sido censurados algunos medios de comunicación y redes sociales. La estrategia de poker ‘doble o nada’ que Erdogan está jugando, tiene dos objetivos – por un lado el detener las decisiones kurdas de declaración de autonomía reforzadas por el sistema en Rojava (donde las YPG e YPJ son la única resistencia al ISIS) y, por otro lado, para contrarrestar la oposición del HDP, un partido pro-kurdo que consiguió el 13% de los votos en las últimas elecciones legislativas y que se han puesto en el camino de la deriva autocrática del presidente turco costándole su mayoría absoluta. Después de las elecciones en Junio, Erdogan decidió, sin consentimiento previo del parlamento, reanudar las votaciones. Provocando los enfrentamientos y tachando al PKK con la misma etiqueta de “terrorista” que al ISIS, Erdogan está esperando a una reacción nacionalista que le llevará a ganar de nuevo su mayoría absoluta en las elecciones de Noviembre. El deseo de ‘divide y vencerás’ es obvio: la ofensiva del PKK contra los kurdos es una manera de polarizar la sociedad turca para tratar de apuntalar el deteriorado poder del estado nacionalista y autoritario.”
Pero no sólo es Turquía quien se confabula con el ISIS – así como con otros grupos islamistas de guerrilla. ISIS tiene muchos vínculos rastreables con otras organizaciones de inteligencia occidentales. Ejemplos como este se han hecho aparentes en varios conflictos armados desde Afganistán hasta Bosnia o Algeria.
El autor Nafeez Ahmed ha estado en la vanguardia de la exposición de lo que ya describió hace tiempo en 2006, en su libro Los atentados de Londres, como “la alianza encubierta entre los intereses de los estados, como el británico, y las redes terroristas islámicas.”
Él escribe: “La red internacional terrorista implicada en los atentados de Londres se extiende hasta varias regiones, incluyendo los Balcanes, Asia y África (especialmente el norte y el oeste). En todas estas zonas las redes militantes islamistas han operado en colaboración con las instituciones militares y de inteligencia de Gran Bretaña, los EEUU y los países europeos. Estas políticas y operaciones, muchas de las cuales continúan existiendo hoy en día, pueden relacionarse con los intentos concertados de los estados Americano, Británico y Europeos para asegurar una serie de estrategias regionales e intereses económicos, que tienen que ver en su mayoría con temas de energía.”
La oleada actual de terrorismo islamista está considerada a menudo el equivalente moderno de la red “Gladio” de la Guerra Fría, una red de ultra derechistas y fascistas controlada por la inteligencia de los EEUU y el Reino Unido.
Como declara Ganser en su libro “Los ejércitos secretos de la OTAN: Operación Gladio y el Terrorismo en Europa Occidental”, ultra derechistas, incluyendo nazis y fascistas supervivientes, fueron reclutados por los servicios de inteligencia de los EEUU y británicos al final de la Segunda Guerra Mundial para formar una red de terrorismo “anti-comunista”.
Supuestamente creado con la intención de luchar contra cualquier invasión soviética en Europa, rápidamente cambió a contrarrestar la amenaza que suponían los radicales al capitalismo, llevando acabo ataques de “bandera falsa” culpando a izquierdistas y anarquistas como parte de una “estrategia de tensión” para crear miedo y conducir al público hacia las “seguros” brazos del estado capitalista.
En Turquía, desde 1960, ha existido una milicia turca de extrema derecha llamada los Lobos Grises (Bozkurt), descritos por Daniele Ganser como “una red brutal de hombres armados y entrenados listos para usar la violencia para promover la causa del pan-turanismo.”
Finalmente salió a la luz que Los Lobos Grises habían sido parte de un ejército secreto de la CIA dedicado a proteger los intereses capitalistas de Occidente. Una de las personas que habló sobre esto fue el General Talat Turhan que estuvo involucrado en el golpe de estado de 1980, quien más tarde declaró: “Ésta es la unidad secreta de los países de la OTAN”.
Aunque la red Gladio se sacó a la luz sobre todo en Italia, operó por toda Europa, y especialmente en el Reino Unido donde el conflicto con Irlanda del Norte era un campo de entrenamiento ideal. También en el estado español la versión gladio se especula que tendría que ver con el llamado “Caso Escala”.
Esta “estrategia de tensión” ha sido durante mucho tiempo una táctica favorita de los estados para reafirmar su autoridad por medio del terrorismo de estado encubierto. La gente que esté observando ahora estos hechos en Turquía bien puede preguntarse si el atentado de Ankara de 2015 demostrará venir de los mismos manuales que el atentado de Bolonia de 1980 en Italia, ahora que bien se conoce que fue llevado acabo por la OTAN y sus vínculos con la mafia y organizaciones fascistas.
La preocupante falta de conocimiento y entendimiento, incluso en los círculos radicales, de la medida en la que el terrorismo fue secretamente desarrollado por parte de los sistemas capitalistas desde 1940 hasta 1980, significa tristemente que hay poco medios para impedir que vuelvan a usar esas mismas técnicas hoy en día.