Dejamos aquí la traducción al castellano del artículo «Oil politics and the battle for Kobane» publicado el pasado 7 de Noviembre en OpenDemocracy.
Décadas de colonialismo energético en Oriente Medio se han encontrado cara a cara con un reto democrático en Rojava (Kurdistán Sirio).
Se suponía que Kobane iba a caer. Mientras el ISIS asaltó la ciudad, los soldados turcos la asediaron desde el norte, impidiendo refuerzos y arrestando a cientos que huían. Los aviones de EEUU bombardearon a las fuerzas de ISIS en otros lugares, conduciéndolos hacia Rojava: la región kurda más grande en el norte de Siria auto-administrada por el movimiento por una sociedad democrática (Tev-Dem), dirigida políticamente por el PYD, y defendida por YPG e YPJ. Un mes después de la batalla, Kerry admitó que defender Kobane todavía no era una prioridad estratégica de los Estados Unidos, a pesar de la creciente presión para enviar ayudas desde aviones.
Pero Kobane no cayó. A diferencia del Ejército Iraquí con sus tanques y Humvees, las guerrillas YPG e YPJ escasamente armadas se mantuvieron firmes. La activista kurda Dilar Dirik discutía que, “La gente de Kobane eran superados masivamente. Pero su voluntad para luchar les hizo continuar. Están luchando fundamentalmente por un futuro diferente.”
¿Por qué estaba feliz EEUU de ver al ISIS aplastar Rojava? La fuerte violencia en Siria está fuertemente influenciada por las geopolíticas impulsadas por el petróleo. Esto va más allá del contrabando del combustible crudamente refinado desde Deir Ezzor controlado por el ISIS a Turquía. Durante décadas, el colonialismo energético ha permitido la represión de movimientos democráticos.
Colonialismo Energético
Grandes yacimientos petrolíferos y rutas de exportación potenciales contribuyeron a que Kurdistán -repartido entre Iraq, Irán, Turquía y Siria- sea sujeto de intensa violencia. Por más de un siglo, decisiones de política exterior tomadas en Washington, Londres y París estaban dirigidas a controlar las reservas de petróleo de la región y preservar las ganancias corporativas. Se dibujaron fronteras, se apoyó a autócratas y las armas llovieron. Los movimientos kurdos fueron usados de forma oportunista y alentados a la revuelta – sólo para ser abandonados y sacrificados una vez que se habían alcanzado las metas a corto plazo.
La guerra de 2003 en Iraq y las sanciones de 1990 siguieron un patrón mucho más antiguo: allí donde las fuerzas democráticas y los trabajadores organizados crecían, los gobiernos Británico y de Estados Unidos, corporaciones y élites locales los aplastaban. Cuando los trabajadores del petróleo en Iraq ocuparon una estación de oleoductos de bombeo en 1948, la compañía les rodeó con ametralladoras y coches blindados, haciéndoles rendirse por hambre. Al año siguiente, el parlamento sirio se negó a ratificar a la construcción de los oleoductos Trans-arabes. Las compañías petrolíferas hicieron que la CIA organizase un golpe y el nuevo gobierno militar inmediatamente completó el acuerdo.
Hoy en día las rutas de oleoductos son producto de las guerras y luchas políticas, infraestructura cara, desplazamiento masivo, e intensos lobbies corporativos. Las comunidades kurdas eran vistas como una amenaza, y sujeto de asimilación cultural, emigración forzada y represiones brutales. Las enormes tuberías gemelas Kirkuk-Ceyhan desde Iraq hasta el Mediterráneo recorren su camino pasando por las montañas kurdas, transportando 1,6 millones de barriles de petróleo cada día. Su construcción trajo a miles de soldados turcos a lo largo de su ruta y a los pueblos cercanos.
Las reservas de petróleo tanto en Siria como en Turquía se concentran fuertemente en las zonas kurdas. El 60% del petróleo sirio está en y alrededor de Rojava, mientras que el 99% del crudo extraído en Turquía viene del sureste. La compañía Shell comenzó a usar fracking de gas de esquisto alrededor de Diyarbakir. Más razones por las que los gobiernos de Turquía y Siria se opusieron a cualquier autonomía kurda.
El nacionalista-conservador Gobierno Regional Kurdo en Iraq se las arregló para aprovechar sus recursos petroleros para alcanzar una autonomía significativa, en gran parte haciéndose así mismo un aliado de los intereses energéticos occidentales y del poder neoliberal. En contraste, los movimientos kurdos en Turquía y Siria tienen el propósito de una mayor liberación social.
¿Quién puede descolonizar la energía?
La autonomía kurda en Turquía o Siria podría amenazar a los intereses petroleros occidentales, especialmente con los partidos hermanos PKK inspirado en Öcalan y PYD ambos propugnando “una sociedad democrática, ecológica, liberada de género”. El PYD es la fuerza impulsora en Rojava, donde las asambleas populares han visto un “florecimiento de una cultura democrática que promueve la participación popular, emancipación social, igualdad de género, sensibilidad ecológica, auto-organización local, y pluralidad étnica y religiosa.”
Las políticas deliberativas de Rojava han creado una visión de una sociedad ecológica no subyugada al neoliberalismo. Su economía política está caracterizada por una producción basada en la comunidad y cooperativas a gran escala. La propiedad del régimen de Assad fue entregada a las cooperativas administradas por los trabajadores. Una Rojava libre está menos abierta a la explotación de los intereses extranjeros, como Gulfsands, la compañía petrolífera de Londres esquivadora de sanciones que perforaba por crudo en Rojava.
El PKK y el PYD son las fuerzas políticas más organizadas y democráticas en la región, y tienen la mejor oportunidad para comenzar a democratizar y descolonizar la energía. La democracia energética en Oriente Medio sería transformadora a nivel mundial. Las élites occidentales usan el control del petróleo en el extranjero para debilitar a las fuerzas democráticas en el país, difundir el medio sobre “seguridad energética” y socavar el poder de los trabajadores de la energía.
Necesitamos a Rojava
Esta es una razón más por la que los Estados Unidos y Turquía están relajados con el ISIS y el YPG batalleando. Ningún poder de la élite quiere una revolución progresista y democrática que podría empezar a transformar nuestro futuro energético. Ni los EEUU ni Rusia, Turquía o Irán, ni Israel ni Arabia Saudí.
Al retrasar los ataques aéreos sobre las posiciones significativas del ISIS alrededor Kobane, los EE.UU. aseguraron que el PYD fuese dependiente de la ayuda occidental. YPG necesita armamento pesado -las entregas por aire han comenzado y hay potencial para más. Los EEUU destacan en el uso de “ayuda” para alterar la política del movimiento y hacer cumplir la sumisión. Las armas vienen con condiciones y asesores militares estadounidenses para tirar de ellas. Pero el PYD/PKK tienen raíces ideológicas profundas y con suerte no darán la vuelta.
Cualquiera que sea la manera en la que termine la batalla por Kobane, una lucha mayor por Rojava continuará. Todos necesitamos Rojava, como un modelo de inspiración sobre el que dibujar, y como un aliado en el desmantelamiento del colonialismo energético que nos mantiene débiles a todos. Rojava nos necesita, y nosotros necesitamos a Rojava.
Traducido por Rojavanoestasola