Reproducimos aquí el siguiente texto de la publicación anarquista «Todo por Hacer», publicado en su web el pasado 27 de Febrero.
“Berxwedan Jiyan e” (“la resistencia es la vida”) – Lema popular kurdo
Tras la descomposición de Irak en tres entidades (suníes, chiíes y kurdos), la guerra civil en Siria liberó un territorio donde la autonomía kurda ha adquirido una forma nueva de funcionamiento. Posteriormente, se constituyó una unión popular para administrar este territorio y defenderlo contra un peligro militar: el Estado Islámico (EI), combinando viejos lazos comunitarios y nuevos movimientos, mediante una alianza de hecho entre proletarios/as y clases medias con “la nación” como cemento.
En este texto hemos querido centrarnos en uno de esos movimientos “viejos” concretos: el de las mujeres. Partiendo de un artículo escrito por la militante kurda Dilar Dirik en la revista sudafricana Amandla titulado “The Women’s Revolution in Kurdistan” y de una entrevista (titulada “Las mujeres kurdas están liderando una lucha radical que puede desafiar el status quo”) realizada por la revista feminista Píkara (www.pikaramagazine.com) a esta misma persona en noviembre de 2014, lo que sigue a continuación es un resumen de su visión de la lucha radical de las mujeres por acabar con el status quo en esta región.
La lucha de las mujeres y su rol en los medios
A mediados de verano del año pasado, una foto recorrió el mundo virtual. Era de una miliciana kurda, con nom de guerre Rehana, sonriendo a la cámara haciendo el signo de la victoria con la mano. En twitter empezó a circular que había matado a 100 militantes del EI en combate, aunque estas informaciones no se corroboraron en ningún momento. En cualquier caso, esa imagen reveló a una gran parte del mundo que hay mujeres luchando en Kurdistán. Unos meses después, otra foto sacudió internet: es la imagen de un militante del EI sosteniendo, aparentemente, la cabeza decapitada de Rehana. Fuentes oficiales del EI aseguran que se trata de ella, mientras que algunas fuentes kurdas lo desmienten. En cualquier caso, ha quedado claro que su participación en la guerra va en serio.
Por su parte, los medios de comunicación de masas, cuando no han caricaturizado la lucha de estas mujeres como una fantasía sexual, han focalizado su interés en elementos muy superficiales como que “los combatientes del Estado Islámico temen a las mujeres kurdas porque si una mujer los mata no van a ir al cielo”. Ignoran deliberadamente que se trata de un tema profundamente complejo y que existe algo más de fondo que la lucha armada en este conflicto. Lo que hay es un proyecto político serio de emancipación radical, que lleva años fraguándose, pero solo nos proporcionan imágenes de yihadistas huyendo de chicas armadas con rifles.
Las organizaciones femeninas y su rol en el conflicto
Lo primero que hay que tener en cuenta es que las kurdas no empuñaron las armas por primera vez hace dos días. Las mujeres en el Kurdistán siempre se han enfrentado a varios niveles de opresión como miembros de una nación sin Estado en un contexto islámico y patriarcal, por lo que llevan luchando desde hace décadas.
Una de las organizaciones de defensa de mujeres son las YPJ (siglas de “Yekîneyên Parastina Jinê” o “fuerzas de defensa de las mujeres”), que llevan su lucha al campo de batalla junto a las YPG (“fuerzas de defensa populares”, en las que hay hombres y mujeres de todas las religiones). Las YPJ se fundaron en 2012 como la “brigada femenina de la milicia izquierdista kurda” y en la actualidad cuentan con entre 7.000 y 10.000 militantes. Cobraron relevancia internacional en agosto de 2014 cuando liberaron a miles de yazidís atrapados/as en el Monte Sinjar en los combates con el Estado Islámico. En este momento, una brigadista de las YPJ fue entrevistada por medios occidentales y manifestó “no quiero casarme o tener hijos o estar en la casa todo el día… Quiero ser libre”.
Más allá del frente se encuentra la Yekîtiya Star, la organización paraguas del movimiento de mujeres en la región de Rojava (Kurdistán occidental/norte de Siria).
La Yekîtiya Star vela por el cumplimiento de ciertas normas, como por ejemplo que todos los cargos en el gobierno de la Rojava estén ocupados por una mujer y un hombre (co-presidencia) o que un hombre que haya ejercido violencia contra una mujer no puede formar parte de la Administración. La organización también se hace cargo de la gestión de unidades de defensa de las mujeres, consejos de mujeres, academias, tribunales y cooperativas. Uno de los primeros actos del gobierno fue la criminalización de los matrimonios forzosos, la violencia doméstica, los asesinatos por honor, la poligamia, el matrimonio infantil y el “precio de la novia”. Donde mejor acogida han tenido estas prácticas ha sido en el cantón de Cizîre, el mayor y más estable de los tres cantones kurdos.
Todo esto se desarrolla en el nuevo marco de participación política en el Kurdistán, el denominado “confederalismo democrático”, el cual bebe principalmente del municipalismo libertario y la ecología social. Su núcleo ideológico pivota sobre el socialismo, el ecologismo y el feminismo y plantea una “democracia sin Estado”, que se fundamenta en la economía comunal, en la decisión y el trabajo desde abajo y en la centralidad de los municipios como ejes de la vida social (que irían generando una gran confederación).
Sin embargo, no debemos olvidar que este intento de revolución en Rojava, y las transformaciones sociales que lo acompañan, sólo han sido posibles debido a condiciones excepcionales: la desintegración de los Estados iraquí y sirio, y la invasión yihadista de la región, amenaza que ha favorecido una radicalización.
Perspectivas de futuro
El mayor reto al que se enfrentan ahora es la internalización de estos valores en una sociedad manifiestamente machista. Dirik declaró en su entrevista en la revista Píkara que “la revolución debe cambiar la mentalidad patriarcal de la sociedad. De lo contrario, la historia se repetirá y las mujeres, que han participado activamente en la revolución, lo perderán todo una vez se logre la “liberación”. Esto es lo que les ha pasado a muchas mujeres en otros lugares del mundo. Por esto, el concepto de revolución debe incluir activamente al 50 por ciento de la población si pretende conseguir una libertad verdadera”.
Sin embargo, las perspectivas no son nada halagüeñas. Hoy parece probable que la Rojava pueda subsistir como entidad autónoma (a semejanza del Kurdistán iraquí) al margen de un caos sirio persistente pero mantenido a distancia. En tal caso, cuando se normalice, este pequeño Estado no dejará intactas las conquistas ni los avances sociales. En el mejor de los casos subsistirán un poco de autoadministración local, una enseñanza progresista, una prensa libre (siempre que evite las blasfemias), un Islam tolerante y, por supuesto, la paridad administrativa. Y nada más. Aún está todo por hacer.