Mientras los ataques del ISIS a la ciudad de Kobane continuan, ANF ha pasado un día como invitados en la familia Cido para entender cómo la población civil de la ciudad, quienes constituyen una parte significante de la resistencia, están arreglándoselas para sobrevivir a las duras condiciones impuestas por el conflicto y el comienzo del invierno.
Temprano por la mañana, llamamos a la puerta. Una mujer anciana nos abre. Nos recibe con una sonrisa con la cual toda la gente de Kobane siempre te recibe, cualesquiera que sean las circunstancias. Dice: “Bienvenido heval”. (en Kobane todo el mundo se llaman entre sí ‘heval’ [compañero, amigo] independientemente de la edad). Nos presentamos diciendo que nos gustaría pasar un día con ellos para entender cómo viven. Ella está encantada y nos invita a entrar. Dice que tiene 65 años y que se llama Sediqê Xelil. La casa tiene un pasillo bastante largo el cual está bastante frio. Hay dos habitaciones y una pequeña cocina. Hay muy pocas cosas, sólo algunas alfombras, cojines y mantas, a parte de eso no hay nada. De repente estamos rodeados de niños que han salido de las habitaciones. Cuando nos ven la cámara nos hacen el signo de la victoria.
Una mañana con la familia Cido
Entramos en la habitación, donde el marido de Sediqe, Muslim Cido, está tratando de mantenerse caliente con una manta. No hay ni estufa ni calefacción en la casa. Muslim Cido tiene 70 años y no tiene medicación para su enfriamiento. Veinte personas viven en esta casa: Sediqe y su marido, seis hijos, tres nueras y nueve nietos. Se hacen las preparaciones para el desayuno alrededor de una pequeña mesa. Después del desayuno, 3 de los hijos, Osman, Antes y Huseyin van a trabajar a las sastrerías, las tiendas de reparaciones y los comedores pertenecientes al gobierno y a las YPG y que proporcionan las necesidades de la ciudad.
Advirtiendo de los morteros
Empezamos a conversar con Sediqe y Muslim. Nos enteramos de que la familia Cido solía vivir en el pueblo de Situyê a 15 kilómetros al oeste de Kobane antes de los ataques del ISIS. La familia se ganaba la vida plantando cebada, trigo y comino, pero tuvieron que huír a la ciudad una vez que los ataques comenzaron. El gobierno le dio la casa a la familia. Muslim Cido dice que no quieren cruzar a Turquía. Sediqe advierte a sus nietos de no salir fuera debido a los morteros. A veces los niños ignoran las advertencias y salen afuera a jugar. Hay un sonido de un mortero explotando. Todo el mundo sale fuera para ver como se encuentran los niños. El ataque cae en un descampado. Los niños son traídos al interior. Es dificil para los niños. A veces lloran porque no pueden salir a jugar. También se quejan de que no pueden ir a la escuela.
Continuamos hablando con Muslim y Sediqe. El ISIS saqueó todas sus posesiones y comida en la ciudad. Muslim se acaba de enterar que las bandas destruyeron su casa en el pueblo y es triste. Sediqe dice que el ISIS ha instalado a muchas familias de habla turca en los pueblos que ha ocupado. Dice que las familias son la mayoría parejas jóvenes y que esto se lo dijeron algunas familias árabes de las que a las que son cercanas.
Algunas YPJ vienen de visita
Mientras hablamos, un grupo de luchadoras de YPJ visitan la casa. Traen globos y cuando los niños ven a las luchadoras y a los globos sus caras se iluminan. Cojen los globos y empiezan a jugar en el pasillo. Después de preguntar a la familia si necesitan algo, las luchadoras de YPJ se marchan.
No hay electricidad en la casa durante el día. Por la tarde noche encienden un generador, el cual apagan por la noche. Toda la familia, incluidos niños, sólo llevan ropas finas.
Alrededor de la tarde Sediqe y sus nueras calientan agua en una estufa improvisada afuera. Así es como la familia se baña y hace la colada. Ya que no hay electricidad o petróleo, se queman ramas y pedazos de cartón que encuentran en la zona. Usan la poca cantidad de petróleo que tienen para calentar comida.
Por la tarde preparan la cena. No hay comida a medio día. A los niños sólo les dan algo de pan y tomates. Trajeron algunas verduras secas y bulgur desde el pueblo. Sediqe dice que trajeron las provisiones desde el pueblo, pensando en que las necesitarían. Ella pone el bulgur en un tamiz para que los pequeños granos sean cocinados para la comida y los granos más grandes serán triturados para otro día. Su hija Berivan prepara las verduras secadas mientras Kewser Celal, una de las nueras, hierve el agua. Cuando la comida está preparada los miembros de la familia empiezan a volver a casa. Empieza a hacer frio. Aunque llevamos chaquetas de abrigo, tenemos frio al estar en la casa, mientras que los niños y los otros miembros de la familia no tienen ropa de abrigo. Sacan las mantas y los niños se ponen bajo ellas. El más pequeño tiene solo 10 meses y el gobierno les da leche y comida para bebes, pero no es suficiente.
Toda la familia está ahí para la cena. Sólo hay otra familia más en esa calle. También están invitados. Dicen que todo se comparte con los vecinos y resaltan la importancia de la solidaridad en estos momentos. Después de comer la gente se pone bajo las mantas. Pasado el tiempo los vecinos se van y apagan el generador. Los miembros de la familia tratan de dormir en el frio que cala hasta los huesos.
En Kobane así es como viven casi todos los civiles. A pesar del apoyo del gobierno y de las YPG hay una grave escasez de alimentos y medicaciones, y enfermedades causadas por la falta de calefacción. El proteger la vida es el mayo problema ya que el ISIS lanza docenas de morteros y ataques a la ciudad todos los días. Sin embargo, a pesar de esto ellos están seguros de no abandonar su tierra, y es su perseverancia lo que les permite superar estas dificultades.
Fuente: Kurdish Info