Educación Revolucionaria

Reproducimos el artículo «Revolutionary Education» escrito por Janet Biehl y traducido por el Comite de Solidaridad con Rojava, que añade más información sobre el sistema educativo en Rojava, del cual ya publicamos en este blog la entrevista «Educación en Rojava: Academia y Pluralística contra Universidad y Monismo«


Dos Academias en Rojava

“Tienes que educar, veinticuatro horas al día, a aprender cómo discutir, a aprender cómo decidir colectivamente. Tienes que rechazar la idea de que tienes que esperar a que un líder venga y le diga a la gente qué hacer, y en vez de eso, aprender a ejercer el autogobierno como una práctica colectiva… Las propias personas se educan unas a otras. Cuando juntas a diez personas y les pides una solución a un problema o les planteas una cuestión, buscan la respuesta colectivamente. Creo que de esta manera encontrarán la adecuada. Este debate colectivo las hará personas politizadas.” –Salih Muslim, copresidente del PYD, Noviembre de 2014.

Después de la revolución de julio de 2012, cuando las nuevas instituciones de autogobierno llegaron al poder en Rojava, la necesidad de un nuevo tipo de educación era primordial. No es que la gente del Kurdistán oeste no tuviera una educación –el porcentaje de graduados de secundaria era y es muy alto allí, así lo descubrió Delegación Académica durante nuestra visita en diciembre de 2014. Pero la educación era esencial para crear la cultura revolucionaria en la que las nuevas instituciones podrían desarrollarse. Es un asunto no sólo para los niños y los jóvenes, sino también para los adultos, incluso los ancianos.

Como Aldar Xelîl, miembro del consejo de Tev-Dem, nos explicó, el proyecto político de Rojava “no se trata simplemente de cambiar el régimen, sino de crear una mentalidad que traiga la revolución a la sociedad. Es una revolución para la sociedad.”  Dorşîn Akîf, una profesora  de escuela, coincide: “La percepción tiene que cambiar,” nos dijo, “porque la mentalidad es muy importante para nuestra revolución ahora. La educación es esencial para nosotros.”

El primer conflicto al que la revolución tuvo que hacer frente fue el lenguaje de la enseñanza. Durante cuatro décadas bajo el régimen de Assad, los niños kurdos habían tenido que aprender árabe y estudiar en árabe. La lengua kurda estaba prohibida en la vida pública; enseñarla era ilegal y podía ser castigado con el encarcelamiento o incluso la tortura. Así que cuando los kurdos de Siria tomaron el control de sus comunidades, establecieron inmediatamente la enseñanza en lengua kurda. La primera escuela que se abrió fue la Escuela de Şehîd Fewzî, en el cantón de Efrîn, seguida por otras dos en Kobanê y en Cizîre. En agosto de 2014, tan solo en Cizîre ya había 670 escuelas con 3000 profesores dando clases en lengua kurda a 49000 estudiantes.

Academia de Mesopotamia, Qamislo

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El 8 de diciembre la delegación visitó la primera y única institución de enseñanza superior de Rojava, la Academia de Ciencias Sociales de Mesopotamia, en Qamislo. El régimen de Assad no había permitido tales instituciones en las zonas kurdas; ésta fue abierta en septiembre de 2014 y gran parte está todavía en construcción.

La gran mayoría de las clases y debates son en kurdo, aunque las fuentes están a menudo en árabe, ya que muchos textos imprescindibles todavía no han sido traducidos al kurdo.

Nos reunimos con varios miembros de la administración y de la facultad, incluida la rectora, Rojda Firat, y los profesores Adnan Hasan, Dorşîn Akîf, Medya Doz, Mehmod Kalê, Murat Tolhildan, Serhat Mosis y Xelîl Hussein.

Un reto al que se enfrenta la academia, nos dijeron, es que la gente del nordeste de Siria piensa que tienen que viajar al extranjero para recibir una buena educación. “Queremos cambiar eso,” dijo un profesor, descartándolo como una idea inculcada por las fuerzas hegemónicas. “No queremos que la gente se sienta inferior según dónde viven. En Oriente Medio hay una enorme cantidad de conocimiento y sabiduría, y estamos intentando destaparlo. Muchas cosas que han sucedido en la historia han sucedido aquí.”

El curso escolar consta de tres períodos de entre tres y cuatro meses de duración cada uno, avanzando de la visión general de las asignaturas a la especialización y a los proyectos finales. El plan de estudios se compone principalmente de historia y sociología. ¿Por qué estas materias?, preguntamos. Son esenciales, nos dijeron. Bajo el régimen, “nuestra existencia [como kurdos] fue puesta en duda. Estamos intentando mostrar que existimos y que hemos hecho muchos sacrificios a lo largo del camino… Nos consideramos parte de la historia, sujetos de la historia. ”La enseñanza busca destapar historias de personas que han sido rechazadas… crear una nueva vida para vencer los años y siglos de esclavitud de pensamiento que han sido impuestos a la gente.” Básicamente, su propósito es “escribir una nueva historia.”
El plan de estudios de sociología adopta una postura crítica ante el positivismo del siglo veinte y busca desarrollar una nueva alternativa social científica para el siglo veintiuno, lo que Abdullah Öcalan llama “sociología de la libertad.” Para sus proyectos finales, los estudiantes eligen una problemática social concreta, la investigan y escriben una tesis sobre cómo resolverla, relacionándolo con esta alternativa. Así, tanto el aprendizaje práctico como el intelectual pretenden servir al bienestar social.

A diferencia de las estrategias occidentales convencionales, la pedagogía de la academia rechaza la transmisión unidireccional de información. De hecho, no separa estrictamente a profesores y alumnos. Los profesores aprenden de sus estudiantes y viceversa; idealmente, a través del diálogo intersubjetivo llegan a conclusiones compartidas. Los profesores no son necesariamente catedráticos; son personas cuya experiencia les ha proporcionado conocimientos que pueden impartir. Un profesor, por ejemplo, narra relatos populares una vez a la semana. “Queremos que los profesores nos ayuden a comprender el significado de la vida”, nos dicen. “… Nos centramos en dar significado a las cosas, en ser capaces de interpretar y opinar así como de analizar.”

Los estudiantes realizan exámenes, pero esos exámenes no miden el conocimiento –son “más como recordatorios, como diálogos.” Y los propios profesores están sujetos a evaluación por parte de los estudiantes. “No explicaste esto muy bien”, puede decir un estudiante. Un profesor que es criticado tiene que tratar el asunto con el estudiante hasta que ambos consideren que se entienden mutuamente.

De muchas formas, la estrategia de la academia me recordó a las ideas educativas del filósofo americano del siglo veinte John Dewey (1859 – 1952). Al igual que los profesores de Rojava, Dewey fue crítico con las estrategias tradicionales, en las cuales los profesores transmiten información unidireccionalmente a estudiantes pasivos. En vez de eso, consideró la educación como un proceso interactivo, en el que los estudiantes analizan asuntos sociales a través de un intercambio crítico y recíproco con sus profesores.

Dewey aprobaría el hecho de que la academia, en lugar de requerir a los estudiantes memorizar, les enseñe a “reclamar” o superar el separatismo.  “Recalcamos que todas las personas son sujetos.” Además, inculca hábitos de aprendizaje para toda la vida: “Nuestro objetivo es dar a los estudiantes la capacidad de educarse a sí mismos,” más allá de la graduación Dewey también pensaba que el aprendizaje debería dirigirse a la persona en su totalidad, no únicamente al intelecto; que debería resaltar nuestra condición común de seres humanos; y que debería continuar durante toda la vida.
La academia no busca desarrollar la profesionalidad, sino formar a personas equilibradas. “Creemos que las personas son organismos, no pueden ser cortadas en partes, separadas en distintas ciencias,” nos dijo un profesor. “Uno puede ser escritor o poeta y estar al mismo tiempo interesado en la economía y entenderla, porque las personas forman parte de todos los aspectos de la vida.”

Durante décadas, las escuelas del régimen del Baaz, con su focalización nacionalista, han pretendido crear una mentalidad autoritaria. La Academia de Mesopotamia está decidida a derrotar este desagradable pasado “ayudando a crear individuos y pensamientos libres.” Una vez más me recordó a Dewey, quien también rechazaba la idea de que el propósito de la educación es crear trabajadores sumisos para puestos de trabajo jerárquicos. Más bien, pensaba, la educación debería ayudar a los estudiantes a completar la totalidad de su potencial humano.

La Academia de Mesopotamia no estimula la profesionalidad, lo último que hace es mostrar a los estudiantes cómo maximizar sus intereses económicos. En los Estados Unidos, demasiados buenos estudiantes hoy en día se dirigen a Wall Street para estudiar carreras como banqueros de inversión, pero la educación en Rojava no se trata de “forjarse una carrera y hacerse rico.” Más bien, a los estudiantes de la academia se les enseña a “preguntarse a sí mismos cómo enriquecer la sociedad.”

John Dewey pensaba que el objetivo final de la educación era crear personas reflexivas que participen éticamente como ciudadanos en una comunidad democrática; y que la educación debería así ser una fuerza para la mejora social. Como haciendo eco de este pensamiento, uno de los profesores destacó a nuestra delegación, “Cuando hacemos ciencia de la sociedad, lo que estamos intentando hacer es luchar por la libertad social.”

Ninguno de los profesores de la Academia de Mesopotamia mencionó a John Dewey, y no tengo motivos para pensar que conocían su postura, seguramente llegaron a ella independientemente. Pero las similitudes eran sorprendentes.
También me sorprendió una coincidencia más remota. A mediados del siglo veinte, las ideas de Dewey influenciaron a varias escuelas experimentales en los Estados Unidos. La más notable fue Goddard College, localizada en el centro de Vermont, que en las décadas de los 60’ y los 70’ fue pionera en la educación deweyana. Durante la mayoría de la década de los 70’, uno de los profesores de Goddard College fue Murray Bookchin, que enseñaba allí sus ideas bajo el nombre de “ecología social”. Bookchin no escribió mucho sobre educación específicamente, pero sus escritos sobre democracia y ecología pasarían, posteriormente, a influenciar a Abdullah Öcalan y su Confederalismo Democrático, la ideología con la cual Rojava está comprometida.

Academia Yekitiya Star, Rimelan

La academia de mujeres (Academia Yekitika Star) de Rimelan lleva más allá la estrategia educativa de la Academia de Mesopotamia. Fundada en 2012, su propósito es educar cuadros femeninos revolucionarios, por lo que, naturalmente, hace mayor hincapié en la ideología. La Delegación Académica la visitó el 3 de diciembre de 2014.

Durante los últimos treinta años, nos dijo la profesora Dorşîn Akîf, las mujeres han participado en el movimiento de liberación kurdo, primero como combatientes, después en las instituciones de mujeres. Hace tres años las mujeres kurdas crearon la Jineolojî, o “ciencia de las mujeres,” que consideran la culminación de la experiencia de dichas décadas. En la academia de Rimelan, las estudiantes reciben primero una vista general de la Jineolojî, “la clase de conocimiento que les fue robado a las mujeres” y que las mujeres hoy pueden recuperar. “Estamos intentando superar la inexistencia de las mujeres en la historia. Intentamos entender cómo se producen y reproducen los conceptos dentro de las relaciones sociales existentes, entonces creamos nuestro propio entendimiento. Queremos establecer una auténtica interpretación de la historia observando el papel de la mujer y visibilizándola en la historia.”

La Jineolojî, dijo Dorşîn, considera a la mujer como “el principal agente en la economía, y a la economía como la principal actividad de la mujer. Aunque la modernidad capitalista define la economía como una responsabilidad principalmente del hombre. Pero decimos que esto no es verdad, que siempre y en todas partes las mujeres son los principales agentes en la economía.” Debido a esta contradicción elemental, parece que la modernidad capitalista será derrotada con el tiempo.
La manera en la que la gente interpreta la historia afecta a la manera en la que actúa, dice Dorşîn, así que “hablamos de organización social pre-sumeria. También observamos cómo surgió históricamente el Estado y cómo ha sido construido dicho concepto.” Pero poder y Estado no con lo mismo. “El poder está en todas partes, pero el Estado no. El poder puede actuar de diferentes maneras.”

El poder, por ejemplo, está presente en las democracias grassroot, que no tienen nada que ver con el Estado. Y la Jineolojî considera a las mujeres democráticas por excelencia. La Academia Star educa a sus estudiantes (que todavía son principalmente mujeres) en los valores de Rojava. “Observamos los mecanismos políticos –las asambleas de mujeres, las comunas de mujeres; y las asambleas generales (mixtas), las comunas generales, las asambleas vecinales. Aquí en Rojava siempre hay tanto grupos mixtos como exclusivos de mujeres. En los mixtos, la representación de mujeres es del 40 por ciento y siempre hay una copresidencia para asegurar la igualdad.”

En la Academia Star, como en la Academia de Mesopotamia, se enseña a los estudiantes a ser sujetos, con “el poder para debatir y construir.” “No hay profesor y estudiante. La clase se basa en compartir experiencias.” Los estudiantes varían desde adolescentes hasta bisabuelas. “Algunos tienen carreras universitarias y otros son analfabetos. Cada uno tiene conocimientos, tiene la verdad de sus vidas, y todo conocimiento es esencial para nosotros… Las mujeres más mayores tienen experiencia. Una mujer a los dieciocho tiene entusiasmo, las nuevas generaciones representan el futuro.”
Todo programa culmina con una sesión final llamada la plataforma. Aquí cada estudiante se levanta y dice cómo participará en la democracia de Rojava, ¿Se unirá a alguna organización, o a las YPJ, o participará en un consejo de mujeres? ¿Qué tipo de responsabilidad asumirá?

Preguntamos a Dorşîn sobre las enseñanzas de la academia sobre género (una palabra que no existe en kurdo). “Nuestro sueño,” dijo, “es que la participación y el desarrollo de la sociedad por parte de las mujeres cambiará a los hombres, y surgirá un nuevo tipo de masculinidad. Los conceptos de hombre y mujer no son biológicos –estamos en contra de eso. Definimos al género como masculino, y la masculinidad en conexión con el poder y la hegemonía. Por supuesto que creemos que el género es una construcción social.”

Además, explicó, el problema de la mujer no está sólo en los campos relativos a las mujeres; “está enterrado en la sociedad, así que la exclusión de las mujeres es un problema de la sociedad. Tenemos que redefinir a las mujeres, la vida y la sociedad, todo al mismo tiempo. El problema de la libertad de la mujer es el problema de la libertad de la sociedad.”
Continuó citando una frase de Öcalan, “Mata al hombre,” que se ha convertido en una consigna, y que significa que “el hombre masculino tiene que cambiar.” Igualmente, la subjetividad colonizada de las mujeres, o feminidad, debe ser eliminada. El objetivo social encarnado por la academia es vencer la dominación y el poder hegemónico y “crear una vida igualitaria juntos.”

¿Cuánto impacto tienen estas enseñanzas en la sociedad de Rojava en su conjunto? Esa es una pregunta que no puedo contestar y que dejo a futuros investigadores.