Recibimos al correo la traducción del artículo «Turkey could cut off Islamic State’s supply lines. So why doesn’t it?» escrito por David Graeber. ¡Gracias por la aportación!
Los líderes occidentales podrían destruir al Estado Islámico pidiendo a Erdogan que detenga sus ataques sobre las fuerzas kurdas en Siria y Turquía, y permitiéndoles que enfrenten a ISIS en el terreno.
Tras los ataques en París, podíamos esperar de los jefes de Estado occidentales que hicieran lo que siempre hacen en estas circunstancias: declarar guerra total e inacabable a aquellos que los provocaron. En realidad, no pretenden hacer tal guerra. Durante el último año, han tenido los medios para descabezar y destruir el Estado Islámico. Simplemente, han rehusado hacerlo. De hecho, mientras el mundo observaba como estos líderes hacían declaraciones implacables en la reunión del G20 en Antalaya, estos mismos líderes se han estado codeando con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, un hombre cuyo claro apoyo político, económico e incluso militar contribuyó a que el ISIS pudiera perpetrar los ataques en París, sin mencionar las incesantes atrocidades en Oriente Medio.
¿Cómo se podría haber acabado con ISIS? En la región, todo el mundo lo sabe. Habría bastado con dejar actuar a las mayoritariamente fuerzas kurdas de las YPG en Siria y la guerrilla del PKK en Iraq y Turquía. Actualmente, éstas son las fuerzas principales que combaten a ISIS sobre el terreno. Su extraordinaria eficacia militar ha sido probada, así como su oposición a cada aspecto de la ideología reaccionaria del ISIS.
Sin embargo, el territorio controlado por las YPG en Siria está bajo un embargo total de Turquía, y las fuerzas del PKK sufren continuos bombardeos por la fuerza aérea turca. Erdogan no sólo ha hecho casi todo lo que ha podido por paralizar a los que combaten ISIS; hay evidencia suficiente para sostener que, al menos, su gobierno ha estado ayudando a ISIS tácitamente.
Puede parecer escandaloso sugerir que un miembro de la OTAN como Turquía pudiera de alguna manera apoyar una organización que asesina civiles occidentales a sangre fría. Eso sería como si un miembro de la OTAN apoyara a Al-Qaeda. Pero de hecho hay razones para creer que el gobierno de Erdogan también apoya al ala siria de Al-Qaida (el Frente Al-Nusra), al igual que a cierto número de otros grupos rebeldes que comparten su conservativa ideología islamista. El Instituto para el Estudio de los Derechos Humanos en la Universidad de Columbia ha recopilado una vasta evidencia del apoyo que Turquía ha suministrado a ISIS en Siria.
Y además está su posicionamiento declarado. En Agosto, las YPG, exuberantes tras sus victoria en Kobane y Gire Spi, estaban listas para apoderarse de Jarablus, la última ciudad controlada por ISIS en la frontera turca, que la organización terrorista había estado utilizando para reabastecer su capital en Raqqa con armas, materiales y reclutas – sus vías de suministros atraviesan directamente Turquía.
Los comentaristas predijeron que si Jarablus caía, Raqqa pronto le seguiría. Erdogan reaccionó declarando que Jarablus era una “línea roja”: si los kurdos la atacaban, sus fuerzas intervendrían contra las YPG. Así, Jarablus sigue aún en manos terroristas a día de hoy, bajo la protección de facto del ejército turco.
¿Cómo ha podido Erdogan mantener esta línea? Principalmente, proclamando que aquellos que combaten ISIS son ellos mismos “terroristas”. Es cierto que el PKK llevó a cabo una sucia guerra de guerrillas con Turquía en los años 90, que supuso que se le incluyera en la lista internacional de terroristas. Sin embargo, durante los últimos diez años ha variado completamente su estrategia, renunciando al separatismo y adoptando una política estricta de no dañar civiles. En 2014, el PKK fue responsable del rescate de miles de civiles yazidíes en riesgo de genocidio por los ataques de ISIS; las YPG, de proteger las comunidades cristianas de Siria. Su estrategia se enfoca en conseguir conversaciones de paz con el gobierno, mientras refuerzan la autonomía democrática local en las áreas kurdas bajo la tutela del HDP, originalmente un partido política nacionalista, que se ha reinventado a sí mismo como una voz de la izquierda democrática pan-turca.
Han probado una eficacia militar extraordinaria y con su apego a los pilares democráticas y los derechos de las mujeres, se opone a cada aspecto de la ideología reaccionaria del ISIS. En Junio, el HDP triunfó en las elecciones, negando a Erdogan su mayoría parlamentaria. La respuesta de Erdogan fue ingeniosa. Convocó nuevas elecciones declarando que “iba a la guerra” contra ISIS, haciendo un ataque simbólico sobre ellos y a continuación desatando toda su fuerza militar contra las fuerzas del PKK en Turquía e Iraq, mientras denunciaba al HDP como “simpatizante de los terroristas” por su asociación con aquel partido.
A esto le siguió una serie de ataques terroristas cada vez más sangrientos dentro de Turquía – en las ciudades de Diyarbakir, Suruc y, finalmente, Ankara –, ataques atribuidos al ISIS pero que, por alguna misteriosa razón, sólo sufrían los civiles vinculados con el HDP. Las víctimas denunciaron repetidamente que la policía frenaba a las ambulancias de evacuar a los heridos, o que incluso abría fuego con gas lacrimógeno contra los supervivientes.
Como resultado, el HDP renunció incluso a manifestaciones políticas en las semanas anteriores a las nuevas elecciones de Noviembre, por miedo a asesinatos masivos, y suficientes votantes de HDP no se manifestaron en las elecciones, lo que aseguró la mayoría parlamentaria de Erdogan.
La relación específica entre el gobierno de Erdogan e ISIS puede estar sujeta a debate; pero hay algunas cosas que podemos asegurar con relativa certeza. Si Turquía hubiera realizado el mismo tipo de bloqueo absoluto contra los territorios del ISIS que han llevado a cabo sobre los territorios controlados por los kurdos en Siria, por no hablar del mismo tipo de “abandono benévolo” hacia el PKK y las YPG que han estado ofreciendo al ISIS, ese “califato” manchado de sangre habría colapsado hace tiempo – y podría decirse que los ataques de París nunca hubieran sucedido. Y si Turquía decidiera realizar este bloque hoy, ISIS probablemente colapsaría en meses. Con todo, ¿Algún líder occidental ha dicho a Erdogan algo de esto?
La próxima vez que escuches a uno de esos políticos declarar la necesidad de coartar los derechos civiles o de las personas migrantes ante la necesidad de una «guerra» absoluta contra el terrorismo, tened esto en cuenta. Su respuesta es tan «absoluta» como su conveniencia política. Turquía, después de todo, es un «aliado estratégico». Por tanto, tras las declaraciones, son capaces de compartir una amistosa taza de té con el hombre que hace posible que el ISIS continúe existiendo.