La primera declaración conjunta, del pasado 1 de noviembre, de los comandantes de las YPG (Unidades de Defensa Populares kurdo-sirias) y de la unidad de combatientes kurdo-iraquís, peshmergas, se produjo apenas un día después de la llegada al terreno de los 150 hombres que refuerzan las auto-defensas en Kobane. Sus palabras podrían ser también el inicio de un futuro diferente para el pueblo kurdo.
Los comandantes kurdos han transmitido un mensaje de «unidad nacional». No podía ser de otra manera. Las relaciones entre los peshmergas y la YPG (y más allá aun, de los kurdos de Siria y Turquía) sufrieron un marcado “enfriamiento” desde que en agosto de este mismo año las fuerzas armadas del Kurdistán iraquí abandonaron inesperadamente sus posiciones dejando indefensos, frente a las implacables fuerzas del Estado Islámico, a más de 20.000 kurdos de la minoría yazidi en Sengal.
El resultado de esta “retirada” fueron cientos de personas capturadas, numerosas masacres de civiles, secuestros de mujeres y niñas, y miles de personas huyendo precipitadamente de sus casas buscando refugio en las montañas, siempre fieles aliadas de los kurdos.