4 de setembre de 2015 — autor: Cierzo Bardenero
Durante las últimas semanas los ciudadanos europeos hemos contemplado entre asombrados y atónitos como columnas de refugiados de Oriente Medio y Asia Central avanzaban a través de diferentes fronteras por los Balcanes, pero ha sido el 2 de septiembre cuando dicho asombro se ha convertido en estupefacción e indignación al ver el cuerpo sin vida de Aylan Kurdi en una orilla de la costa turca tras el intento infructuoso de llegar a la isla de Kos y por ende a la Unión Europea.
Ese día Europa, y el Mundo Occidental se dio de bruces con una realidad que si bien no ha estado oculta, ha sido poco visible para el ciudadano común desde hace varios años. El caso de Aylan Kurdi es el caso de millones de personas que han abandonado su hogar huyendo de la miseria, la esclavitud sexual, la guerra, y el genocidio.
Según diferentes estadísticas al menos cuatro de los 24 millones de ciudadanos sirios han abandonado Síria refugiándose en los países vecinos, y una cantidad incluso superior de sirios son considerados refugiados internos al huir de sus hogares hacia zonas más seguras del país. A su vez, el éxodo poblacional sirio tiene sus especificidades ya que por razones obvias la gente huye por la frontera que tiene más próxima y así pues, Jordania y Líbano acogen a millones de sirios árabes (el Líbano acoge a más de un millón, lo que supone casi el 25% de la población de un país ya de por si convulso) mientras que Turquía acoge mayoritariamente a kurdos que han huido de las cacerías humanas de los rebeldes islamistas en los primeros años de la Guerra Civil Siria y de los intentos de exterminio de apóstatas y ateos de los años 2014 y 2015 por parte del Estado Islámico.
El apogeo de esta huida de la barbarie se dio a inicios de 2015 cuando el Estado Islámico quiso tomar el Cantón Autónomo de Kobane provocando una huida masiva de civiles y la destrucción absoluta de la ciudad y pueblos circundantes. El YPG (milicia kurda) junto a voluntarios civiles consiguieron derrotar a la bestia pero a pesar de todo el número de refugiados en Turquía se contaban por cientos de miles que eran internados en campos creados al efecto por las autoridades turcas y los que tenían más suerte o familiares eran acogidos en hogares de kurdos de la zona.
Al drama sirio a su vez hay que sumar las migraciones masivas de centenares de miles de kurdos, chiitas y cristianos del norte de Iraq huyendo del Estado Islámico y sus masacres hacia la Región Autónoma Kurda de Iraq (en adelante KRG). Aún no estaban asentados del todo los huidos de Mosul, su provincia (Nínive) y las provincias aledañas cuando el Estado Islámico irrumpió en el distrito de Singal a fin de erradicar de una vez a un pueblo al que consideran herético, causando la muerte a miles de personas, esclavizando a mujeres y niñas, y provocando el exilio de la práctica totalidad de este grupo religioso (unas 400.000) hacia los campos de refugiados de la KRG.
Así pues, entre el Kurdistán turco y la KRG se encontraron a inicios de 2015 a una cantidad de refugiados que rondaba los 2 millones de personas procedentes de los conflictos en Siria, Iraq pero también de gente que huye de la miseria o la guerra en Afganistán, Pakistán, etc.
Es a partir de esta fecha cuando se desencadena la tormenta perfecta que ha desembocado en la oleada de refugiados actual. Mientras en la KRG los frentes se estabilizan (en contraposición con los avances del ejército iraquí apoyado por Irán) la región sufre una crisis política al intentar la oposición que el presidente Barzani dimita y convoque elecciones de una vez (tras varias prorrogas de su mandato). A su vez los campos de refugiados empiezan a bullir por la masificación y las pésimas condiciones en las que han sobrevivido al invierno dándose un goteo de huidas hacia la vecina Turquía en busca de mejores condiciones de vida. En Siria, mientras, las milicias kurdas comienzan a encadenar una serie de victorias militares contra el Estado Islámico, consiguiendo la continuidad territorial de 2 de sus 3 cantones, lo que hizo sospechar a Turquía de la posibilidad de la constitución de un estado kurdo independiente en Rojava de 1 a 2 millones de habitantes y próximo a la ideología de Ocalan que pudiese servir de retaguardia en caso de un alzamiento kurdo en Turquía.
Los avances kurdos pusieron en alerta a los servicios secretos turcos que redoblaron su colaboración con islamistas en el norte de Siria con el fin de desbaratar la autonomía kurda y hacer caer el gobierno sirio o al menos constituir un estado satélite de Turquía en la zona controlada por Al Qaeda y grupos afines. La colaboración entre Turquía e islamistas no se limitó a Siria y ya durante la campaña electoral de las Generales turcas una serie de atentados no reivindicados sacudieron la campaña a forma de provocación hacia los militantes del pro kurdo HDP.
La estrategia de la provocación turca fracasó y el HDP consiguió traspasar el 10% requerido para entrar en el Parlamento turco, lo que junto al desplome del AKP (partido islamista liderado por Erdogan) dio un parlamento sin mayorías. Erdogan, incapaz de dialogar, optó por hacer la cosa que hace popular a un gobernante turco que es aplastar a una minoría. Para ello optó por una doble vía de ofensiva a los kurdos, consistente en seguir golpeando en Turquía hasta que el PKK (Partido de los trabajadores del Kurdistán) rompiese la tregua y provocar a los kurdos en Siria. Así pues coincidieron en el tiempo denuncias desde medios afines de ataques a minorías por parte del YPG, asimilando el YPG al Estado Islámico, y un ataque no esclarecido del Estado Islámico desde territorio turco en Kobane que causó la muerte a 300 civiles.
En el plano internacional, Turquía comenzó a exigir autorización para que su ejército invadiese el norte de la provincia de Alepo “a fin de proteger a las minorías árabe y turcomanas de los ataques kurdos, del ejército sirio y del Estado Islámico” lo que en realidad encubría un plan para evitar el enlace de los dos cantones kurdos unidos con el de Efrin, la creación de una base islamista para asaltar Alepo e implantar una especie de vertedero humano donde colocar a los refugiados de su país.
La negativa de los países miembros de la OTAN, y en especial de EEUU, al buffer dentro de Siria coincidió en el tiempo con la rotura de la tregua por parte del PKK tras la voladura de un acto político por la reconstrucción de Kobane que se saldó con la muerte de 33 jóvenes turcos de izquierda solidarios con la causa kurda. Esto dio lugar a una escalada de acción-represión de los kurdos y la izquierda revolucionaria turca contra las fuerzas de seguridad turcas. La escalada represiva alcanzó cotas solo vistas hace una década y el ejército entró en diversas ciudades del Kurdistán turco para enfrentarse con civiles y milicias afines al PKK. Al mismo tiempo también bombardeaba bases del PKK en el KRG (con la colaboración de la fuerzas de seguridad de la zona) y alguna posición del YPG en el Kurdistán sirio.
Como medida de presión a Turquía para desacelerar el conflicto, tanto EEUU como la OTAN se negaron a reconsiderar el buffer en Siria y a su vez EEUU y Alemania amenazaron con romper el acuerdo de cesión de Patriots para defender la frontera sur de Turquía. Un tercer país (España) no fue consultado por los otros dos y aún no ha definido su postura pese al requerimiento por escrito del Diputado de Geroa Bai, Bixente Serrano Izko.
Mientras la tensión crecía en Turquía y sus relaciones con Occidente se enturbiaban columnas de refugiados procedentes de los campos situados en el Kurdistán turco (y en la KRG) comenzaron a atravesar el país en dirección a Bulgaria escoltados por las fuerzas de seguridad que se encargaban de que las paradas solo fuesen para descansar y que no se establecieran permanentemente en territorio turco. Es solo tras las presiones occidentales a Turquía por su represión y su colaboración con grupos terroristas a fin de desestabilizar a sus vecinos cuando el goteo de refugiados que llegan a Europa se transforma en un aluvión con posibilidades de transformarse en una marea humana de cientos de miles de personas si la UE no presenta un frente unido para hacer frente a las amenazas de Erdogan.
Y si un éxodo de refugiados es un drama en sí, otro drama se da en los lugares de origen de los refugiados tal y como advierten los colectivos de mujeres de Rojava y bien nos lo reproduce el Comité Català de Solidaritat amb el Kurdistán en su blog ya que el territorio que padece una marcha masiva de sus habitantes es susceptible de ser repoblado por los instigadores de la marcha dándose una limpieza étnica, religiosa o ideológica un poco más limpia que si se hubiese hecho a base de matanzas.
Una huida masiva es una derrota de un colectivo humano frente a otro y no se soluciona con un acogimiento permanente en calidad de refugiados. Eso supondría el triunfo de los agresores por lo que hay que ir al origen del conflicto y buscar una solución duradera al mismo para que nadie tenga que abandonar su país por el miedo a una muerte segura.
Fuente: L’endavant