Coincidiendo con el 70º aniversario del establecimiento del Estado de Israel, se han organizado grandes movilizaciones en Gaza bajo el lema: «la marcha del regreso».
Los niños y nietos de aquellos que fueron expulsados por la fuerza han tratado de regresar a sus hogares, encontrando la brutal represión de las fuerzas armadas israelíes, que han asesinado a más de cien personas y dejado miles de heridos. Además, mientras el pueblo palestino sufre una brutal represión armada, los EE. UU han decidido trasladar su embajada a Al Quds (Jerusalén, «la capital de la humanidad»), aceptando así la ciudad como capital del Estado de Israel y legitimando su sangrienta ocupación.
Han pasado 70 años desde que la Nakba (catástrofe) reorganizó las piezas en la junta del Medio Oriente, amenazando la vida del pueblo palestino. Desde el nacimiento del Estado de Israel, sus políticas genocidas se han caracterizado por la ocupación, la asimilación y la opresión de la población local. Esta guerra del Estado contra el pueblo no solo se ha convertido en la principal excusa para alimentar el nacionalismo exacerbado que lleva a cometer las mayores atrocidades: también se ha convertido en el gran motor económico para mantener las fuerzas de ocupación.
La industria de guerra en el Estado de Israel, que exporta armamento y alta tecnología militar a todo el mundo, se dedica a entrenar a las fuerzas armadas de varias potencias capitalistas. La experiencia acumulada, después de décadas de masacres y terror estatal, se ha convertido en un gran negocio, ofreciendo Israel entrenamiento militar especializado contra la guerrilla urbana a cambio de grandes cantidades de dinero. Hay varios Estados que contratan los servicios de Israel, alimentando así el negocio de la guerra, esencial para mantener la hegemonía capitalista.
Desde la Comuna Internacionalista de Rojava, la compleja realidad del Medio Oriente no es remota para nosotros. La implementación del modelo occidental de Estados-Nación ha sido una de las mayores catástrofes para la población multiétnica que habita en estas tierras desde la antigüedad. La resistencia palestina también es un viejo conocido del movimiento de liberación del Kurdistán: compartieron la trinchera durante la guerra contra Israel en 1982.
Desde aquí, denunciamos las masacres que está llevando a cabo el Estado de Israel y declaramos nuestra solidaridad con la lucha del pueblo palestino. El modelo social adoptado por la Federación Democrática del Norte de Siria puede ser una alternativa a los problemas de Medio Oriente, pero solo funcionará si la gente se reúne para enfrentar la hegemonía de los Estados-Nación capitalistas.
Palestina, Kurdistán! Intifida, Serhildan!
Fuente: Internationalist Commune of Rojava
Traducido por: Rojava no está sola