Tropas rusas cruzaron este miércoles el río Eúfrates en dirección a la frontera turco siria y entraron en Kobane, en el marco del acuerdo alcanzado la víspera en Sochi por los presidentes ruso, Vladimir Putin, y turco, Recep Tayip Erdogan, para expulsar a las milicias kurdas de las YPG de Rojava, en un ataque directo al proyecto político revolucionario en este territorio autónomo del norte de Siria y dando una nueva vuelta de tuerca al ya complejo tablero geopolítico de la zona.
La enésima traición al pueblo kurdo se ha consumado, a pesar de su heroica lucha contra el Dáesh (Estado Islámico) en la que murieron más de 11.000 milicianos y milicianas de las YPG e YPJ, y a pesar también de completar el repliegue de la «zona de seguridad» de 120 kilómetros, horas antes de que expirara el alto el fuego impulsado por EEUU después de que Turquía iniciara una ofensiva militar el pasado 9 de octubre, la llamada operación ‘Manantial de Paz’.
El acuerdo, de 10 puntos, entre Rusia y Turquía permite a Ankara mantener el «status quo» en la franja de 120 kilómetros del norte de Siria que ya ocupa entre Tal Abyad y Serekaniye, lugar donde pretende reubicar a la mitad de las casi cuatro millones de personas refugiadas que viven en Turquía. Sobre el resto del territorio, tanto al oeste como al este desde el Eúfrates hasta la frontera con Irak, Moscú se compromete a supervisar, junto con los guardafronteras sirios la retirada, desde este miércoles y en 150 horas, de las milicias kurdas hasta una profundidad de 30 kilómetros, tal y como exigía Erdogan.
Según informa Naiz, en el texto firmado en la cumbre de Sochi, Putin y Erdogan coinciden en mostrar su voluntad de «luchar contra el terrorismo en todas sus formas» y en «rechazar las aspiraciones separatistas en el territorio kurdo». Un favor a Ankara, por equiparar la lucha del pueblo kurdo por su libertad con el Dáesh, como argumenta Erdogan, cuya amenaza de resurgimiento se menciona explícitamente en el acuerdo. Por contra, el pacto se limita a anunciar genéricamente que promoverá esfuerzos «para facilitar el retorno voluntario y seguro de refugiados».
Cabe recordar, que tras abandonar al pueblo kurdo dando luz verde a la ofensiva turca de limpieza étnica en Rojava, el presidente de EEUU, Donald Trump, se sumó a las justificaciones de Erdogan para invadir Rojava, afirmando que «el PKK – la guerrilla kurda activa en Turquía- es una amenaza terrorista mayor que el Dáesh». Asimismo, Trump, que daba las gracias a Erdogan por «su tregua permanente» que ni siquiera fue respetada, se colgaba la medalla por lograr «un acuerdo fantástico que ha salvado millones de vidas».
Posteriormente, y avalado por Rusia, las milicias kurdas y las FDS se vieron obligadas a alcanzar un acuerdo con el Gobierno sirio para frenar la ofensiva turca. A este respecto, Erdogan llegó a afirmar que «no es tan desfavorable para mí» el avance del Ejército sirio en Rojava, si se marchan las milicias kurdas, su verdadero objetivo. Las fuerzas de Bashar al-Ásad entraron estos días en zonas que no controlaban desde hace cinco años, como la que fuera capital del califato del Dáesh, Raqqa, o la emblemática Kobane, símbolo de la resistencia kurda frente al yihadismo. La policía militar rusa ya patrulla en Rojava, por petición expresa de Erdogan.
Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), integradas principalmente por las milicias kurdas, no participaron en las conversaciones entre Rusia y Turquía. En este sentido, su Comandante General, Mazlum Abdi, expresó sus preocupaciones en relación a algunos artículos del pacto alcanzado entre Putin y Erdogan, tras reunirse por videoconferencia con el Ministro de Defensa ruso Sergey Shoygu y con el Jefe de Estado Mayor, Valeriy Gerasimov. Abdi subrayó la necesidad de poner fin a la guerra y a una tragedia humana que sufren los civiles e instó al diálogo para llegar a un consenso.
Mientras tanto, en Kobane, la población, que ya se enfrentó al terror del Dáesh, exige una garantía de que estarán protegidas contra los mercenarios sirios que son la fuerza de combate de Turquía en el terreno. «Esos mercenarios son aún más peligrosos que el Dáesh», apunta una civil de Kobane que denunció que están mutilando los cuerpos de las y los combatientes kurdos muertos.
En 15 días de ofensiva, al menos 250.000 personas civiles han sido desplazadas de sus hogares por la incursión de Turquía, según la Media Luna Roja Kurda. Entre las víctimas mortales se encuentran al menos 71 civiles asesinados, 158 combatientes de las FDS, 128 mercenarios proturcos y seis soldados turcos.
Fuente: Arainfo