La retirada de Estados Unidos de Siria provocó un conflicto geopolítico de primera magnitud que aún sigue coleando con Turquía como protagonista. Turquía está considerado uno de los países en los que la democracia está en un proceso de deterioro que parece no tener marcha atrás (“backsliding democracy”, en la jerga académica). Hay dos elementos que complican la situación todavía más: el conflicto kurdo y la crisis de refugiados.
Un avión de fabricación española -el A400M- tiene un importante papel en dos de las campañas militares más controvertidas de Turquía: la invasión de las regiones kurdas en el noreste de Siria y la ocupación ilegal del norte de Chipre.
De la guerra civil siria, una revolución ha florecido en una región autónoma de facto al noreste del país: Rojava. La nación kurda tiene una larga historia de marginación de los estados que ocupan su tierra natal. La opresión de los kurdos en Turquía se remonta al final del Imperio Otomano, y hoy en día les es prohibido hablar su idioma y expresar su identidad cultural. Establecido en resistencia a la opresión kurda, el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) fue fundado en 1978. Las mujeres kurdas, aunque marginadas por el PKK durante muchos años, siempre han jugado un papel central en la resistencia kurda como activistas, organizadoras comunitarias y más recientemente como combatientes. En el noreste de Siria, su resistencia ha sido y sigue siendo fundamental para la autonomía y seguridad de las mujeres en la región.
El co-presidente de la KCK Cemil Bayık en un análisis televisivo: “Tanto Estados Unidos como Rusia han sacrificado a los kurdos por sus propios intereses despejándole el camino a Turquía. Turquía está siendo utilizada por ellos contra los kurdos”.
Cemil Bayık, co-presidente del Consejo Ejecutivo de la Confederación de los Pueblos del Kurdistán (KCK), ha respondido a las preguntas de Ciwan Tunç sobre los desarrollos en Oriente medio y la hostilidad del Estado turco contra los kurdos en un programa en Stêrk TV.
Conversamos con Alessia Dro, miembro del Movimiento de Mujeres del Kurdistán, durante su paso por Ecuador, dentro de una gira latinoamericana en la que ha visitado diversos espacios de mujeres organizadas de la región.
Medio Oriente era famoso por ser la reserva energética del mundo. Ahora también lo va siendo por la revolución de las mujeres y la construcción de esperanza sobre la base de la autonomía democrática. Las potencias mundiales asociadas a grupos locales ejercen fuerte presión para construir sociedades autoritarias que les permitan el control de los recursos energéticos. La primavera árabe abrió una puerta democrática de los pueblos, que se cerró rápidamente en la mayoría de los países, pero fue aprovechada en el norte de Siria por la construcción política kurda preexistente. Desde este territorio ganado a pulso, Rojava articula alianzas a diestra y siniestra buscando sobrevivir sin perder su autonomía y desterrando al fundamentalismo del Estado Islámico de esas tierras.
Con el genocidio que el imperio otomano comenzó en 1915, un millón y medio de armenios y unos 500.000 sirios fueron asesinados. Los yazidíes también fueron perseguidos y asesinados por el régimen otomano. Miles huyeron a Europa, a Rojava y a Kurdistán del Sur (norte de Irak). Algunos de estos refugiados se han establecido en la aldea de Til Nisrî, cerca de Til Temir, en el norte de Siria.
Turquía quiere instalar en esta frontera una «zona de seguridad» de unos 30 kilómetros para separar su territorio de la zona donde están presentes las YPG, a las que considera “terroristas”.
Los kurdos sirios perdieron 11.000 combatientes en la campaña con Estados Unidos para derrotar al Estado Islámico (ISIS). Acordaron no negociar con el régimen del presidente sirio Bashar Al Assad. Y en las semanas previas a la invasión de Turquía, el 9 de octubre, al norte de Siria, desmantelaron sus defensas a lo largo de la frontera turca.